Los adolescentes que compartían su rutina con un perro mostraron patrones biológicos asociados con mayor sociabilidad, mejor ánimo y menor presencia de conductas asociadas al estrés. Los resultados también sugieren que la interacción afectiva con el animal —como el juego, el contacto físico y el cuidado diario— contribuye a crear un entorno protector que favorece el bienestar psicológico.
Estos hallazgos refuerzan la importancia del vínculo humano-animal como un elemento complementario en el desarrollo saludable durante esta etapa clave de la vida.
Redaccion: ExitosaStereo
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